El yate en el que Aristóteles Onassis recibió y sedujo a las personalidades más influyentes del mundo fue para muchos aquello que tenian presente cuando pensaban en el lujo al mas alto nivel… y ahora se puede comprar por 25 millones.
Parece mentira, pero hubo un tiempo en que no era necesario consultar ninguna lista para saber quién manejaba el dinero ni el poder en occidente, bastaba echar un vistazo al desfile que se producia todos los veranos en la cubierta de un yate que surcaba las transparentes aguas del Mediterráneo. El barco era el «Christina» y su propietario Aristóteles Onassis, un hombre de negocios griego que durante años fue considerado el más rico del planeta. A diferencia de otros muchos magnates que solo usaban sus yates para travesías puntuales, Onassis convirtió el suyo en la principal base de operaciones de sus negocios y también en uno de sus instrumentos favoritos para ejercer la presión y la seducción, las dos piedras que sostienen el entramado de cualquier imperio.
Por aquella cubierta pasaron desde Winston Churchill a Eva Perón pasando por John Fitzgerald Kennedy, Frank Sinatra, Elizabeth Taylor, Marilyn Monroe o Richard Burton. Eso sin contar a todos los socios o competidores que Onassis acostumbraba a invitar a bordo para hablar de negocios o a las mujeres con las que galanteaba entre contrato y contrato, entre ellas la cantante de ópera María Callas, considerada el gran amor de su vida, y la viuda de J. F. Kennedy, Jackie, que terminaría convirtiéndose en su última esposa. Las fotos que llegaban de la cubierta del «Christina» dejaban entrever un universo de lujo y seducción, que hicieron creer que la representación más acabada del edén era ese barco repleto de pasajeros glamourosos que se deslizaba con placidez por las siempre turquesas y apetecibles aguas del Mediterráneo.
En comparación con los yates actuales, el «Christina» parece un barco sacado de una viñeta de Tintín, una nave con hechuras de mercante transformada en un transatlántico en miniatura. En realidad, el barco se asemeja tremendamente al yate «Sheherazade», el yate de lujo del Marques de Gorgonzola (Rastapopulos) que aparece en «Stock de Coque». De hecho, si bien es cierto que su fisonomía no es exactamente la de este barco y se basó en otro para realizar el «Sheherazade», si es posible que «el ambiente» recreado en su cubierta tenga cierta similitud con las noticias que circulaban en la prensa de la epoca haciendose eco de los veranos del «Christina». Hay que pensar que el «Christina» comenzó su periplo mediterraneo agasajando personalidades en 1954 y «Stock de Coque» fué publicado en 1958, cuatro años despues… o mejor dicho, cuatro veranos con un «Christina» surcando el mediterraneo despues…
La arquitectura de su casco no miente: en su origen (se botó en unos astilleros canadienses en 1943) fue una fragata destinada a escoltar convoyes marítimos durante la Segunda Guerra Mundial e incluso realizó tareas de apoyo en el desembarco de Normandía. Onassis, que al acabar el enfrentamiento bélico era ya dueño de una importante flota, adquirió la nave en una subasta de material militar para utilizarla como transporte de mercancías, pero luego decidió transformarla en su capricho particular. El ‘tuneado’ fue de los que marcan época: costó cuatro millones de dólares de los de 1954 y convirtió la fragata, de 99 metros de eslora, en el yate más grande y lujoso de cuantos habían surcado hasta entonces los mares.
Dos décadas duró la hegemonía oceánica del «Christina», bautizado así en honor a la hija del magnate. Durante esos años el yate se paseó todos los veranos entre la Costa Azul y las islas del Egeo con un pasaje que mezclaba a políticos, aristócratas, artistas y hombres de negocios que atraía la atención de revistas y periódicos de todo el mundo. A la muerte en 1975 de Onassis, la familia cedió el yate al Gobierno griego debido al enorme coste que representaba su mantenimiento. Tuvo una efímera etapa como yate presidencial bajo el nombre de ‘Argos’ y fue usado también como escuela de cadetes, pero terminó languidenciendo amarrado en una solitaria dársena del puerto del Pireo.
Otro millonario griego, Pavlos Papanikolau, lo adquirió en 2001 y fue sometido a una cuidadosa restauración. Durante quince largos meses el yate recuperó el esplendor perdido y fue puesto de nuevo a flote en 2003 bajo el nombre de ‘Christine O’. El empresario añadió a la denominación original la O de Onassis en un intento de hacer aún más evidente la relación del barco con la familia del magnate, ya que su intención era aprovechar su condición de icono de una época para alquilarlo. El ‘Christina O’, en efecto, pasó a formar parte de la más selecta oferta de los charter náuticos de lujo a un precio que iba de los 45.000 a los 65.000 euros diarios dependiendo de la tripulación.
Aunque el yate ha cambiado de manos -ahora es propiedad del consorcio irlandés Total Ship Services-, sigue arrendándose y este verano navega por el Mediterráneo. Sus propietarios, no obstante, han decidido ponerlo en venta a través de la compañía Edminston, especializada en barcos de lujo. La empresa naval hace en su página de internet una adornada recreación de la historia del ‘Christina O’, a la vez que lo tasa en 25 millones de euros.
El símbolo por excelencia del poder y de la riqueza del siglo XX es hoy una nave discreta en el mercado del barco de lujo, donde potentados rusos y árabes mantienen una cerrada pugna por ostentar la primacía. De momento ganan los primeros: Roman Abramovich, el dueño del Chelsea, se pasea en el ‘Eclipse’, un yate con 163 metros de eslora que tiene hasta un submarino y cuyo coste alcanza los 625 millones, es decir, 25 veces más que el ‘Christina O’.
Sin duda los simbolos de poder han cambiado al igual que ha cambiado el mundo, pero dá un poco de vertigo cuando se mira hacia atrás…